
El tapón de mi brik es de bioplástico, ¿dónde tengo que tirarlo?
Todos sabemos el papel tan importante que los plásticos desempeñan en nuestra vida. De la misma forma que otras épocas fueron denominadas por el material predominante en las mismas, como la Edad del Bronce o la Edad del Hierro, no hay duda de que ahora vivimos en la “edad del plástico”. Pero lejos de demonizar su papel, tenemos que pensar que, gracias a ellos, contribuimos a mejorar nuestra calidad de vida e, incluso, el medio ambiente.
En la actualidad, se están haciendo muchas investigaciones para obtener bioplásticos. Estos se definen como aquellos plásticos cuyos monómeros de origen, las unidades básicas que los componen por repetición, son biobasados, es decir, tienen un origen natural. También se definen como bioplásticos aquellos que son biodegradables, lo que significa que pueden descomponerse en dióxido de carbono, agua y biomasa por la acción de microorganismos.
La polilactida (PLA) es un bioplástico que cumple con las dos características. Su monómero de origen es biobasado, de origen natural: suele proceder del maíz o de la caña de azúcar. Ciertas peculiaridades de su composición y estructura facilitan su degradación, pero hay que tener cuidado porque esta ocurre en condiciones de compostabilidad, es decir, no se degrada en cualquier ambiente.
En este punto es importante señalar que no es lo mismo biodegradable que compostable. Un material compostable da lugar a los mismos subproductos que los materiales biodegradables, pero lo hace en un plazo de tiempo y en condiciones específicas y controladas: 40-60 % humedad, determinada temperatura y presencia de microorganismos. Todos los materiales compostables son biodegradables, pero no todos los materiales biodegradables son compostables.
Por lo tanto, hay que tener en cuenta que un material compostable no se degrada en cualquier ambiente, sino en condiciones muy concretas, similares a las de una compostadora como las que podamos tener en el jardín.
Así, cuando nos deshacemos de las bolsas de pesar la fruta en el supermercado, las cucharas, vasos o platos que se venden “como más ecológicos” –o, incluso, están etiquetados como biodegradables– tenemos que hacerlo sabiendo que no pueden desecharse en el campo o en cualquier lugar porque ahí va a tardar en degradarse mucho tiempo.
Es interesante mirar la etiqueta de estos productos porque a menudo indicará que son de PLA, y entonces irán al contenedor marrón, es decir, al de residuos orgánicos, y no al amarillo de los plásticos convencionales. Ese contenedor marrón de materia orgánica está destinado a hacer compost y se tratará en condiciones específicas de compostaje.
También hay que tener especial cuidado cuando los envases contienen plásticos de dos tipos distintos. Me refiero a los briks de leche que llevan un tapón de “caña de azúcar”. Ese tapón es de PLA y, por tanto, se trata de un material biobasado compostable que debe ir al contenedor marrón, mientras que el briks –un material multicapa– debe ir al amarillo.
Es importante hacer esta separación porque, si no, el material compostable estropeará el procedimiento de recuperación de los otros plásticos.
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Fuente: residuosprofesional.com