El compost producido con residuos orgánicos podría sustituir el 21% de los fertilizantes industriales en la agricultura urbana
Los residuos sólidos orgánicos que los ciudadanos depositan en los contenedores marrones de reciclaje permitirían producir en la actualidad la cantidad de compost necesario para satisfacer el 8% de los nutrientes que demanda la agricultura urbana y periurbana, lo que reduciría en un 39% los impactos ambientales como la eutrofización del agua y en un 130% el calentamiento global.
Esta es la conclusión principal de un estudio realizado por el Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB) que analiza el potencial del compost producido a partir de residuos sólidos orgánicos como substituto de los fertilizantes minerales producidos industrialmente.
El estudio, publicado en la revisa Waste Management, determina que la producción estimada de compost para el año 2025 podría llegar a abastecer el 21% de las necesidades de nutrientes de los cultivos urbanos y periurbanos del Área Metropolitana de Barcelona (AMB), con lo que se reducirían aún más los impactos ambientales.
Además de nutrir los campos de cultivo, la producción de compost tiene importantes beneficios ambientales para las ciudades, como la reducción de las emisiones de metano que genera el tratamiento de residuos mixtos en los vertederos, la utilización del biogás como fuente de energía y la sustitución de los fertilizantes minerales industriales en la agricultura. Estos fertilizantes minerales industriales no sólo se fabrican con recursos finitos (como es el caso del fósforo), sino que su producción requiere mucha energía y combustibles fósiles (como el caso del nitrógeno).
«En cambio, el compost se hace con nuestros residuos y aporta los mismos nutrientes que el fertilizante mineral; hay que aprovecharlo, y así cerrar el ciclo», indica Arosemena.
Sin embargo, para poder aprovechar al máximo sus beneficios, deberían eliminarse determinadas barreras que en la actualidad dificultan la circularidad de los nutrientes en las ciudades, «tales como la pobre calidad del suelo agrícola en áreas urbanas, la aceptación del uso de compost como fertilizante alternativo y las regulaciones locales asociadas a aplicación de fertilizantes orgánicos», indica Arosemena. Por este motivo, el estudio presenta a los responsables de políticas el ciclo de vida completo, desde los residuos hasta los cultivos, para cuantificar sistemáticamente el beneficio de acoplar flujos de nutrientes dentro de una ciudad.
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Fuente: residuosprofesional.com